HISTORIA

Historia 1
Programa - Primer semestre
Objetivo General:
Fomentar el pensamiento crítico sobre procesos históricos, vinculando culturas antiguas con la herencia indígena de Santiago del Estero, a través de actividades participativas y significativas.
Unidad 1: Introducción a la Historia y la Prehistoria
Temas:
¿Qué es la Historia? Fuentes y metodología.
La Prehistoria: Paleolítico, Neolítico, Revolución Agrícola.
Primeras comunidades humanas en América y Argentina (culturas originarias).
Unidad 2: Civilizaciones Antiguas
Temas:
Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma.
Conexiones con América: similitudes y diferencias (ejemplo: sistemas de riego en Egipto vs. técnicas agrícolas de los Lules-Vilelas).
Unidad 3: Pueblos Originarios de Santiago del Estero y Argentina
Temas:
Culturas locales: Tonocotés, Lules, Vilelas, Sanavirones.
Organización social, economía y cosmovisión.
Legado actual: tradiciones, artesanías y toponimia (ejemplo: nombres de lugares en quechua o lule).

14 de octubre
**Organización social y económica de los pueblos originarios de Santiago del Estero**
La estructura social de los pueblos originarios de la región santiagueña se organizaba en torno a **linajes familiares extensos**, donde la autoridad recaía en **caciques** (o *chamanes*) que dirigían a sus comunidades mediante un equilibrio entre el liderazgo heredado y el consenso colectivo. Estos líderes no gobernaban de manera autocrática, sino que actuaban como mediadores en conflictos, organizadores de trabajos comunitarios y representantes ante otros grupos. Su poder se legitimaba no solo por su ascendencia familiar, sino por su sabiduría, capacidad de negociación y conexión con lo espiritual.
La sociedad se articulaba mediante **roles comunitarios claramente definidos** pero complementarios. Los adultos mayores transmitían tradiciones orales y conocimientos ancestrales; las mujeres se especializaban en la alfarería, la recolección de frutos y el tejido con fibras vegetales (como el chaguar entre los lules), mientras los hombres se dedicaban a la caza, la pesca y la preparación de tierras para cultivo. Los jóvenes aprendían estos oficios mediante la observación y la práctica, integrando progresivamente responsabilidades en la vida colectiva. Esta distribución de tareas reflejaba una organización **funcional y colaborativa**, donde cada miembro contribuía al bienestar común según sus capacidades.
En el plano económico, estas comunidades desarrollaron **sistemas de producción adaptados al ecosistema local**. En las zonas cercanas al Río Dulce, los tonocotés practicaban una **agricultura intensiva** basada en el cultivo de maíz, zapallo y porotos, utilizando técnicas de riego por canales y *camellones* (elevaciones de tierra para evitar inundaciones). Hacia el Chaco Seco, los lules-vilelas combinaban la **caza de guanacos, pecaríes y corzuelas** con la **recolección estacional de algarroba, chañar y mistol**, frutos que procesaban para obtener harinas y bebidas fermentadas.
Un aspecto distintivo era el **intercambio interétnico**: los tonocotés comerciaban su cerámica decorada y excedentes agrícolas con los lules-vilelas, quienes ofrecían productos del monte como miel silvestre, cueros y fibras textiles. Estas redes de trueque se extendían hasta regiones andinas, donde se obtenían piedras semipreciosas, sal y minerales a cambio de cestos, plumas y tintes. Este sistema no solo permitía el acceso a recursos distantes, sino que fortalecía alianzas y facilitaba el flujo de conocimientos tecnológicos y simbólicos.
La propiedad de la tierra era **comunal**, con espacios asignados a cada linaje para su usufructo, pero siempre bajo la supervisión del cacique y la asamblea de ancianos. La idea de acumulación individual era ajena a su lógica cultural; el prestigio se medía por la capacidad de redistribuir bienes en festines ceremoniales o de organizar trabajos colectivos como la construcción de viviendas o la cosecha. Esta economía del **reciprocidad y redistribución** aseguraba la cohesión social y la supervivencia ante sequías o malas cosechas.
Esta organización, aunque transformada por el proceso colonial, dejó huellas profundas en la **cultura santiagueña actual**: las mingas (trabajos comunitarios), las celebraciones patronales que integran elementos indígenas y el respeto por los ancianos como portadores de sabiduría son ejemplos de cómo aquella estructura social perdura, adaptada pero vigente, en la identidad regional.